viernes, 8 de agosto de 2025

Desconectados

 


Nada presagiaba que ocurriera algo fuera de lo normal. El sol amanecía igual que siempre. Cada uno, a su manera, trataba de llenarlo de cosas, como hormiguitas que se afanan dentro de un orden del que no son conscientes.

Como cada mañana, el panadero repartía el pan, los niños iban llegando al colegio, los padres se dirigían a ocupar sus trabajos, el tráfico bullía por las calles, y los abuelos se sentaban a descansar en los bancos de las aceras. El ajetreo matutino rugía con fuerza, manteniendo a unos y otros ocupados.

Pero el día no fue uno más. Una sombra se posó sobre el ambiente. El sol dejó de calentar la piel. Un frío estremeció los cuerpos. Se dejó de sentir el fluir del tiempo. Las personas, inquietas, empezaron a boquear como si les faltara el aire. Algo colapsó como un cataclismo en los engranajes de su conciencia. De repente, empezaron a mirarse nerviosos. Un enorme vacío, como una niebla densa, se extendió desde sus pechos. Tomaron sus móviles y, ávidos, deslizaron el dedo por la pantalla. Buscaban algo, pero no sabían qué ni por qué.

El mundo se detuvo colgado de un abismo invisible. Había internet, las redes funcionaban a la perfección, y la gente se entregaba a ellas porque no tenían dónde agarrarse. Pero, aunque trataban de encontrar algo, nada de lo que veían servía para satisfacer su sed, que crecía por momentos.

Sólo unas pocas personas contemplaban la escena desde el silencio, ancladas en la calma. Eran los que estaban de más en el escenario: personas mayores, algunos adultos y niños ajenos al ritmo implacable de la jungla de asfalto. Miraban con compasión y serenidad. Su mirada surgía de dentro. Sin poner palabras en su boca, su corazón les desvelaba un secreto que ahora se manifestaba a gritos para quien supiera ver:

Las personas habían perdido su conexión interior. Y ahora, de verdad, estaban perdidas.”

Se habían precipitado a un abismo sin fondo. Lo más inquietante era que ni siquiera sabían que estaban cayendo.


Evangelio de Lucas 17:20-21(Reina Valera)

"Y preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros." 

@ana.escritora.terapeuta

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