Necesitan un culpable y yo soy
el blanco perfecto. No tengo nada para defenderme, ni siquiera una buena
coartada. Nadie me vio, no fui a ningún sitio ese día. Si soy culpable de algo,
es de haberla conocido.
En un momento de mi vida, ella
me socorrió, pero luego se volvió pesada. Demasiadas preguntas incómodas.
Quería saberlo todo de mí, y yo sólo quería que cerrase la boca. ¡Maldita
vieja! Me alegra saberla callada para siempre.
Alguien tiene que hacer el
trabajo sucio. La gente es hipócrita: se queja por todo, y luego no hace nada.
Van a trabajar como resignadas hormiguitas, para después despotricar contra sus
jefes. Y cuando alguien hace lo que hay que hacer, se llevan las manos a la
cabeza y hacen aspavientos con sus caras huecas. ¡Esas putas cucarachas no se
merecen vivir!
Ahora, van tras mis pasos, a
la caza de un culpable, porque no tienen a otro pringado más a mano.
Vivimos en un mundo al revés
donde a los valientes, a los que se atreven a dar el paso, se los criminaliza;
y a los cobardes, se los sube a un pedestal.
No sé cuánto tiempo tardarán
en encontrarme. Me queda tomar una
decisión: ir a la cárcel o
morir matando. Pero tome la decisión que tome, me declaro inocente.
@ana.escritora.terapeuta.
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