domingo, 7 de septiembre de 2025

¿Lo ves?


 

Esa coronilla insolente, clareando sin pudor… No había día en que Jerónimo no escrutase su cabeza frente al espejo. El recuerdo de su abundante cabellera lo pinchaba. Compró un producto carísimo y lo aplicaba con devoción, acaparando el baño a la espera del milagro. Un día creyó ver un tímido movimiento. “¿Quién dice que los comienzos sean gloriosos?”, pensó. Quiso cerciorar sus comprobaciones desde otros ojos.

Marisa, su esposa, fue abordada en el salón. Recelosa, esquivaba el asunto. Su marido era intratable en lo que a pelos se tratase.

—Cariño, ¿Lo ves? —preguntó con entusiasmo febril mientras se acercaba a ella para que inspeccionase su cima.

“Ostras, ¿ahora qué le digo?” se preguntó desesperada. Una idea acudió en su defensa. Se fue hacia un armario y sacó un espejo.

—Mira, Jerónimo, ¿Qué ves?

—Pues eso mismo veo yo.

@ana.escritora.terapeuta

  

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